La aprobación de la Ley de Dependencia ha supuesto un logro extraordinario no sólo por el enorme avance que supone la creación del cuarto pilar del Estado de Bienestar, sino por los aspectos que puede conllevar en quitar una parte importante de la carga que la atención y los cuidados a las personas han supuesto para las familias y en concreto para las mujeres dentro de las mismas.
Sin embargo, la aplicación y puesta en marcha de la Ley podría implicar un mantenimiento de los estereotipos de género y un reforzamiento del papel de las mujeres como cuidadoras tradicionales.