María Daza Bonachela
Numerosas voces reclaman considerar la violencia machista, sexista o de género como una forma de terrorismo. Utilizan ese calificativo docentes especialistas en violencia de género como Miguel Lorente (2001), Mar Esquembre, profesora de Derecho Constitucional (2013), o Isabel Tajahuerce, de Historia de la Comunicación Social (Generación Dos Punto Cero, 2014), organizaciones de mujeres, artículos en prensa (Johnson, 2007; Arrogante, 2013; Falcón, 2013; Toledano, 2013; Ferrer, 2014), manifiestos sindicales (UGT y CCOO, 2011), acciones colectivas (ACVG, 2010; “Cadena humana en La Zubia…”, 2012) o representantes políticos (“Griñan insta a luchar contra…”, 2013).
Miguel Lorente constató, ya en 2001, que hay elementos comunes entre terrorismo político y de género, y los caracteres fundamentales de la definición de terrorismo
del FBI son aplicables a la violencia de género, aunque existan matices diferenciadores, como los hay entre distintos grupos terroristas. Pilar Careaga, dando cuenta de ello, y de las similitudes entre estas violencias y la resistencia a verlas, señaló que la xpresión terrorismo de género se utiliza desde 1993, pidiendo a la sociedad, en relación con el agresor sexista: “háganles sentir el rechazo social y personal, que no se sientan apoyados y arropados: eso será lo único que le lleve a reflexionar sobre su comportamiento” (Careaga, 2005: 17). Esta petición merece todo el apoyo. Como expresa.
Palabras clave: víctimas, terrorismos, violencia de género, ayudas, privilegios, patriarcado, inequidad,
ención.